sábado

Es como si la continuidad del ojo errara. Como si sin señal ni símbolo, ni cosa que querramos leer y alardear y decir, yo sé yo sé, yo sé describir, yo estudié, tu norma tu dogma tu docta. Es como si la continuidad de los abrazos no fuesen manos, como si de las manos no se desprendiese el tacto, como si del tacto no resultasen todos los errores y todos los placeres. Es como estar entre confluencias saladas dulces del mar del río y no saber por dónde ni cómo nadar; no saber si hubo orilla siquiera, pero aún así, de haberla habido, ser incapaz de recordarla sin agua en los pulmones, sin desesperación de brazada a ningún lado dirigida.
No queda nadie en tierra firme. No hubo. No había. Paz ni bosque donde refugiarse. No hubo.
Es agua y brazada lo visible. Es sólo viento el cielo dibujado.







3 comentarios:

Noelia dijo...

muy lindo.

paz dijo...

Me hiciste acordar y definitivamente tenés que ir a Caraíva, donde el río entra o sale del mar según la marea suba o baje… lo salado con lo dulce se confunde a cada hora. El peso del cuerpo varía coherentemente con eso. Pero misteriosamente, si te entregas, por la tardecita, el cuerpo flota y miras el cielo, y escuchas con tus oídos sumergidos en el agua, tu respiración. Y sin que te des cuenta el río te lleva y te devuelve suave y silenciosamente a la orilla del mar, del río, del pueblo, del desvelo y del miedo.
Maravilha, o rio com a força da maré.

'-.-' dijo...

Tengo que dejar de postergar mis viajes. Si, si. Hermoso todo, algún día, algún día.