viernes

yo sola acabo

con la mujer

que amo


soy yo

los brazos fuertes que luchan contra la puerta

que quiere cerrar el viento

huracanado de once


soy yo

los brazos fuertes que luchan

por no perder

no embarcarse en el asco

en la marea

o en la tristeza

capitalista del amor

sus deseos sin mí

en esta orgía ininterrumpida

que se proyecta

en las paredes de nuestra casa

en las camas de quienes quieran

conmigo y sin mi

adonde quiera que estemos


deleite de qué abismo
tu puerta sin nada
sagrada comunión con quién
incomulgable

su cuerpo y su deseo
puta ostia para mi redención

apreto los dientes

desgarro la mirada

de toda muerte hedionda


yo sola acabo

con la mujer

que amo

trilladismos citadinos
amortajada norma del amor
te maldigo

digo mil veces

oh mani padme hum

repito mil veces mil

no a la propiedad privada

no a la pivación del amor


me la creo, casi siempre

me creo, le creo

aunque esta mañana suena la calle

demasiado fuerte

suena la ausencia

y mis voces

espantadas con el miedo

ya no puedo

yo sola con nada


imaginar



sin mi y sin el

conocimiento de mi desgracia

de estar sola y no saber

cómo acabo

tan lejos

como la mato

pertinente

para salvarme

por un instante y vuelvo

a amarla con todo

lo que eso implica


con todo

este deseo

que tanto destruye

y tanto alimenta

jueves

‎(...)
la casa respira de tanta oscuridad.

La casa

en su viaje a la hora perfecta

inexplicable


el tiempo aquí

vive de mi vida.


Una boca gritando

otra boca tragando ese grito

y así sucesivamente

hasta derrumbarse.


Cinco

éramos cinco.

Y se fueron perdiendo

aquellas cosas del tiempo

hoy

vuelven mordidas

por la imperfección de la memoria

que anestesia y deforma

cada minuto transcurrido

cada necesidad

cada deseo
(...)

Diego Lebedinsky